domingo, 13 de mayo de 2012

El Shaw de Nietzsche y las mujeres


SHAW, Bernard. Man and Superman. London: Penguin, 1946.

Hasta los años setenta del pasado siglo, los escritores que hacían Literatura se dividían en tres grupos: el más numeroso contaba historias (con éxito entre los lectores), también numeroso era el de los que pretendían filosofar (con más éxito entre la crítica pero no poco, también, entre los lectores), y el eterno grupúsculo de los que a través del experimento estético ahondaban en el hecho de la creación con palabras (con éxito en esa posteridad clásica de los apenas leídos). Luego, a partir de los ochenta, ya sólo se han contado historias (salvo las redentoras excepciones estéticas), y, sinceramente, la pérdida de los que pretendían hacer filosofía con la Literatura no sé si realmente ha de lamentarse.



Bernard Shaw terminó de escribir Man and Superman en 1903 (y fue representada en 1905). La obra se compone de una introducción a modo de carta y dedicatoria (en la que Shaw demuestra que se ha leído las varias versiones literarias del mito de Don Juan y donde explica el contenido y la intención del libro), la obra teatral propiamente dicha (“a drama of ideas”, p. 44), el opúsculo (panfletario) “The Revolutionist’s Handbook”, y una colección de máximas y aforismos (de la que ya se ha traducido una selección en este blog).

Penguin presenta así el volumen: “The present volumes […] can be read for aesthetic entertainmment, for up-to-date liberal education, for philosophic and biological doctrine, ever for pure fun, or for any or all of them”. Esto lo escribían los editores en 1946, claro, porque en la actualidad la obra se lee, como mucho, para reírse de vez en cuando y para comprobar, una vez más, lo que tuvo que sufrir el pobre Nietzsche tras su muerte y su vulgarización.

En la entrada anterior de este blog escribíamos sobre Por qué no soy cristiano, de Bertrand Russell. Ahí, en “¿Sobrevivimos a la muerte?”, publicado por primera vez en 1936, leemos: “Nietzsche argüía a favor de una ética profundamente distinta de la cristiana, y algunos gobiernes poderosos han aceptado sus enseñanzas. Si el conocimiento del bien y del mal es una argumento a favor de la inmortalidad, tenemos que decidir primero si creer en Cristo o en Nietzsche, y luego declarar que los cristianos son inmortales, pero que Hitler y Mussolini no lo son y viceversa […] Los que tengan el mejor gas venenoso tendrán la ética del futuro” (p. 97 de la obra citada en la entrada inmediatamente anterior de este blog).


[Bertrand Russell. Fuente: Wikipedia]

Estas asociaciones, así, sin encomendarse ni al estudio ni a la reflexión, las rebuznó un filósofo. Ignoro qué pensaba Shaw de sí mismo, tal vez se creía filósofo, pero afortunadamente, lo que le exime de cierta responsabilidad, no dejaba de ser un escritor de ficciones. Pero tampoco esto es disculpa. Estamos en la época de la vulgarización de Nietzsche y a vueltas con Weininger, es decir, todavía erre que erre con un romanticismo que se cree inteligente y con una retórica que se cree científica: y todo esto en Man and Superman, por supuesto, al servicio de la crítica social, es decir, con pretensiones revolucionarias (o reformistas).

La tesis de la obra es simple: las relaciones hombre-mujer son el microcosmos en el que se reproduce la cosmo-biológico-metafísica esencia de la vida; la mujer es la vida que quiere apropiarse lo mejor con todo egoísmo para crear algo más elevado cada vez, lo que la salva del egoísmo; el hombre es la inteligencia consciente, la lucidez a través de la cual la vida se conoce a sí misma y que de alguna manera se resiste a ser engullida por la vida porque aún se piensa independiente de ella; la unión armónica entre la perfecta fuerza vital y la perfecta lucidez engendraría al superhombre; si el superhombre todavía no ha sido posible se debe a las organizaciones sociales alrededor de la moral y los intereses que diezman la vida y embotan la inteligencia con su mendaz hipocresía y sus matanzas para garantizar la riqueza de unos pocos.

Con estos mimbres el resultado podría haber sido un cesto sin fondo, inútil, y con asas que repeliesen el más mínimo contacto. Pero queda el lenguaje y el humor, y gracias a eso tenemos un simpático canastillo con algunas flores de invernadero.

Imagino que en la actualidad los contadores de historias siguen dándole vueltas al tema hombres-mujeres. Eso vende. Y espero que hayan dejado en paz a Nietzsche, lo que considero muy probable, igual que habrán dejado en paz a Heidegger, por decir otro nombre, y como espero y deseo que dejen en paz de una vez al pobre Wittgenstein, pues tengo entendido que últimamente está de moda torturarlo en este país. Yo, qué quieren, para Nietzsche en la Literatura me quedo con poquitas cosas:

“La pantorrilla es un miembro con suerte, porque nace de pie.-ZARATHUSTRA”.

“¿Que se te pierden los gemelos de los puños?
 ¿Que te enamora contemplar las piernas de cierta mujer?
 Agáchate. Encontrarás todo eso debajo de la mesa.-NIETZSCHE”.


[Gómez de la Serna. Fuente: Wikipedia]

Pero este es Gómez de la Serna, y eso ya son palabras mayores. Así que terminaré con un bonito poema de John Kinsella:


LILITH SECRETES HERSELF IN THE CREATION OF A NIETZSCHEAN APHORISM

                               Standing in the garden
                               Nietzsche bent down, plucked
                               a flower, and held it to his nose.
                               In the act of picking this flower
                               Nietzsche lost track of Necessity,
                               or Necessity lost track of Nietzsche.
                               A voice whispered in his ear:
                               ‘You have succumbed to desire, my dear’.

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